Entrevista con Julieta Pink

Entrevista de Juan Pablo Reina.

Fotos de Maby Rod Micheli.

Make up de Lucila Angrisano

Vestuario: Campera y remera Converse. Zapatillas Puma.

Su sueño de niña fue hacer radio, y hoy estar al aire, hasta le resulta terapéutico. Inició su carrera en la desaparecida X4, de la mano de Mario Pergolini. En la actualidad, junto a Sebastián Wainraich, conducen en Metro uno de los programas más bizarros de la radio argentina.

No hay forma que Julieta te caiga mal. Tienen una humildad encantadora, una forma de expresarse directa y divertida, y casi con sorpresa, cuenta por el momento que esta pasando y por el que se siente agradecida hasta la culpa, la cual según ella misma, ya está superando.

-¿Tu medio es la radio?

Supe que quería hacer radio desde muy chica. Me ponía a recorrer el dial, si escuchaba que hablaban seguía, y si encontraba un tema esperaba que fuera terminando para pisarlo. Hacía jingles, la apertura, el bloque de moda. Para todos los días del niño me regalaban distintos micrófonos, y con Majo, mi amiga de enfrente, y mi hermana Sol, (hoy locutoras todas) armábamos nuestro mi propio programa, de hecho tenemos un montón de cassettes en los que se nos oye con la voz finita. Si los escucho hoy me muero.

-¿Y cómo llegás a laburar profesionalmente?

Fui a un casting para x4. Yo hacía un programa en una radio zonal en Caseros con Majo e hice lo mismo ahí como para sacarme presión por la cantidad de gente que había. Me cagué de risa, la pasé genial y quedé. Ya el segundo casting sentí que salió como el orto, tenía la presión de haber pasado una instancia y lo tomaba Mario (Pergolini) que nos decía: “no les tiene pesar que el casting lo tome yo”. Estábamos todos pálidos. Mario nos preguntaba por qué estábamos ahí y se sentaba a charlar con cada uno a solas. Yo en ese momento estaba tratando de entrar al ISER. “No tenés que ser locutora sí o sí para estar al aire”, me dijo Mario. “pero yo quiero ser locutora, si después no trabajo de eso, quiero tener mi carnet porque es lo que siempre soñé”, le respondí. “¿querés aire? Bueno, metete en la cabina”, me contestó. Ahí pensé “para qué mierda vine”, encima él era el operador, me hizo pisar algunos temas y cuando me fui, me dijo “nena, suerte en el ISER”. Ahí sentí “chau, ya fue”. Y un día estoy en la casa de Majo armando el programa y se cruza mi hermana corriendo para avisar que había llamado Pergolini a casa, “quedaste, tenés que llamar a tal para una reunión en Cuatro Cabezas”. A partir de ahí, cambió mi vida absolutamente, tenía 18 años.

Encontrá la entrevista completa en El Planeta Urbano nº143...